cuesta, fastidia y a veces pone de mal humor, pero desayuno, ducha y a la calle, caminando tranquila, respirando hondo y escuchando pajaritos, esquivando el agua que avanza la vereda desde la manguera de alguna señora madrugadora, las cortinas levantándose, las puertas abriéndose y los aromas de la panadería, las calles vacías, los nenes durmiendo a upa y los perros paseándose, me hacen olvidar que levantarse temprano cuesta, fastidia y a veces pone de mal humor.
4 comentarios:
Ni hablar de las baldosas sueltas, esas que uno pisa y hacen que el agua circule por la media. En invierno, la muerte. Malhumor y maldición a los porteros que desperdician tanta agua.
buenísima reflexión, me encanta esa forma de ver la vida
sin palabras...!
saludos.
Viole, como animal noctámbulo por naturaleza, rindo honor a tu post. Odio levantarme temprano más que nada en este mundo. Lo curioso es que tampoco me gusta dormir demasiado. Siento que pierdo tiempo valioso. Por otro lado, creo que el ocio también es a veces importantísimo.
Sí, sí, ya sé: una bola de contradicciones.
ay, no gachu, qué feo! las baldosas flojas son malvadas y traicioneras.. y los porteron de los edificios, generalmente, me caen mal.
disparador, una contradicción andante, usted. a mi me pasa algo parecido, me gusta dormir pero siento que podria usar ese tiempo para algo mjor. gracias por los honores!
gracias fede!
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